
I
La decencia nunca fue pretexto
para los que nacen
marcados
por el animal de una circunferencia
ni para fieras cercanas
algunas domesticables
II
Llenando de costuras a la esperanza
van con sus suelas gastadas
hijos de padres sin tiempo
otros la mojan con el agua tímida
que agotan los nombres apuntalados
con el sudor que adorna la bala
III
Somos el retoño sin árbol
aterrado ante un chantaje
jamás pronunciado por nadie
el que escuchó un látigo
cuando hablaba una consigna
la cacería perfecta para el museo
de las generaciones atrapadas
en palabras ajenas
la insensatez de llamar desgaste
a la gota fría corriendo.